Vocabulario religioso
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       En el terreno religioso es de suma importancia acompañar el proceso de desarrollo verbal del niño con la oferta y el apoyo de un vocabulario religioso. En los diversos campos que tienen que ver con la fe cristiana (bíblico, dogmático, histórico, moral, litúrgico) la terminología es la puerta de entrada para la comprensión y, cuan­do el caso lo requiera, para la expresión.
   Muchos de los términos que el catequista, o el profesor de religión, use, explique, desarrolle, en sus comunicaciones religiosas son generales o comunes con el lenguaje común de toda persona: amor, fe, virtud, conciencia, incluso Dios, cielo, salvación. Pero hay términos de una connotación cristiana que no son entendidos fuera del contexto de la propia fe: Domingo, Evangelio, Trinidad. Son muy pocos los que adquieren esa connotación, por lo que el educador de la fe cristiana debe estar preferentemente atento a la terminología general y al proceso comprensivo y expresivo que se da en el educando.
   El uso correcto del vocabulario religioso es la clave, como acontece en todos los demás, para que podamos comunicarnos religiosamente.
   Del mismo modo que en el vocabulario general, también los términos religiosos se modifican en la forma según su natu­raleza de sustantivos (Evangelio), adjetivos (evangélico), verbos (evangelizar) o adverbios (evangélicamente). La riqueza expresiva depende de la habilidad para jugar con esa variedad de términos y de la riqueza de vocabulario que se posea.
   Con todo es bueno recordar que lo importante en la formación de la fe no es sólo el elemento instructivo que está tan dependiente del vocabulario, sino el reflexivo: las frases adecuadas que ex­presan los juicios, los crite­rios fabricados que indican las preferencias o los interrogan­tes. El vocabulario religioso debe ser estudiado en el contexto de la evolución natural de la infancia y de la adolescencia. De lo contrario no se entiende.
  Y conviene recordar que el concepto abstractivo y suprasensible de la termino­logía religiosa (salvación, fidelidad, fe, espiritualidad, alma, divinidad, redención, etc. exige cierto nivel madurativo que la infancia elemental y media no ha alcanzado. Por eso en los estadios primeros de la formación es el vocabulario narrativo y afectivo el doble eje que ha de predominar en la configuración de los cono­cimientos y de los sentimientos de los que el niño sea capaz a cada edad.